sábado, 23 de julio de 2011



Me encontraba caminando por aquellas calles, aquellas calles largas y estrechas, entre la multitud, en medio de cientos de personas, que ni siquiera notaban mi presencia, aunque también es cierto que al andar no observas a nadie, caminas pensando en tus cosas.
Seguía la misma rutina de siempre, por el mismo camino siempre, al mismo sitio de siempre, sin mirar a nadie como de costumbre. Tropecé con algo no recuerdo el que y allí entre la multitud, apareció alguien, con una mirada absorta y una sonrisa deslumbrante, entre cientos de personas que salió a socorrerme.
Podría haberme dejado allí tirada, al fin y al cabo había mucha gente y me podría ayudar otra persona, pensé, pero no, vino él.
Siemp
re dije que el amor a primera vista no existía, que el amar no duraría una eternidad, que nunca jamás podrías encontrar la perfección, siempre creí que había estado enamorada de verdad.
Creí que estar enamorado, era sentir lo mismo de siempre, mariposas que revolotean por tu estómago, que se te forme un nudo en la garganta al hablar con el... Pero no, esta vez no fue así. 
Me quedé allí sentada observándolo y fue cuando supe que, las personas aprenden a amar no cuando encuentra a la persona perfecta, sino cuando sabe encontrar le perfección en la otra persona, que no puedes dormir por la noche porque tu vida real, supera tus sueños, que el corazón se revoluciona y va rápido y no puede parar, es una sensación increíble. 
Y aún sigo aquí, con la esperanza de volver a encontrarlo, de saber su nombre y poder confesarle todo lo que aquel día sentí.

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